
Siempre he preferido el invierno. Me gusta el frío y la lluvia, quizá porque mis tardes favoritas eran aquellas en las que cerrábamos la puerta de la casa, encendíamos la cocina de carbón, y a su calor, mi abuela y mis tías empezaban a relatar aquellas historias que atesoraban de años atrás.
Así fue como me enteré de que en otra época existió el estraperlo (estraperlo en Asturias), gracias al que mi tía-abuela logró mantener a toda la familia durante los años más duros de la post-guerra.