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miércoles, 21 de enero de 2015

Patatas a la importancia

Una de esas recetas que venían pegadas a un caja de azafrán...patatas a la importancia. Era pequeña, mi madre y mi tía a los mandos de la cocina. No sabían que preparar de cena, y cayó en sus manos el azafrán.

Les gustó, parecía sencilla y sin duda rápida. Así que ¡manos a la obra!

Siempre he preferido el invierno. Me gusta el frío y la lluvia, quizá porque mis tardes favoritas eran aquellas en las que cerrábamos la puerta de la casa, encendíamos la cocina de carbón, y a su calor, mi abuela y mis tías empezaban a relatar aquellas historias que atesoraban de años atrás.

Así fue como me enteré de que en otra época existió el estraperlo (estraperlo en Asturias), gracias al que mi tía-abuela logró mantener a toda la familia durante los años más duros de la post-guerra.

Se me viene a la cabeza una compañera de hazañas de aquella mujer, su borrica Lola, a la que domesticó con tanta destreza, que cuando se encontraban con un puesto de la guardia civil, se desviaba por el monte, y más adelante, pasado el peligro de ser descubierta con la carga ilegal, esperaba a la dueña, como si tal cosa...

¡Cómo se despierta la nostalgia!

Pues uno de aquellos días de frío invierno acomodada en el seno de la familia, y siendo aún una niña, cenamos patatas a la importancia...  y hoy quiero compartirlo con vosotros, porque quizá algún día, el recuerdo de alguien quede asociado a este momento.



                 Ingredientes:

 - 4 patatas grandes.
- 1 cebolla.
- 2 huevos.
- 1 diente de ajo.
- 1 vaso de harina.
- 1/2 vaso de vino blanco.
- 1/2 vaso de agua.
- Perejil.
- Azafrán.
- Aceite para freír.
- Una pizca de tomillo.
- Sal.


               Elaboración:

Pelamos las patatas, las lavamos, las secamos con un paño de cocina limpio, y las cortamos en rodajas de 1 centímetro de grosor, aproximadamente.


En un plato, batimos los huevos y reservamos.

En otro plato, ponemos la harina y reservamos.

Picamos la cebolla y el ajo, en cuadraditos muy pequeños, y lo ponemos a pochar con un poquito de aceite, en la misma cazuela donde vayamos a preparar el guiso. Cuando empiece a tomar color, apagamos y reservamos.

Ponemos  aceite en la sartén, la suficiente como para cubrir las rodajas de las patatas.

Rebozamos las patatas, primero en harina y después en huevo. A continuación, las depositamos sobre el aceite bien caliente. 

Dejamos hacer un par de minutos por cada lado, sacamos y colocamos sobre la cebolla pochada en la cazuela.

Cuando las tengamos todas fritas y repartidas sobre la base de la cazuela, vertemos el vino blanco, el agua, la sal al gusto y el tomillo.

Cubrimos con la tapa, y contamos 35 minutos.


El resultado es increíble... las patatas se deshacen en la boca y la textura y el sabor sorprenden.









6 comentarios:

  1. Me encanta esta receta aunque claro con lo que me gustan las patatas raro es que alguna receta con este ingrediente no me guste jeje. Un besote

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    1. Laura, una receta tan tradicional que ya hacían nuestras abuelas, es imposible que no guste, verdad? Y es que las patatas son tan ricas... Besos...

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  2. Como el calor de una cocina de leña nada, y las recetas en ella saben de otra manera, yo diría que saben a hogar. Es una receta que me encanta, y la hago muy a menudo porque si algo me enseño mi madre es también a que en casa no falte el azafrán.
    Besinos

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    1. Gracias Belén, vuestros comentarios ayudan a que Spezialia crezca...

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  3. Me gustan mucho como te quedaron y hoy con la muerte de mi conejito me alimenta hasta el alma.Besoss

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    1. Siento mucho lo de tu conejito!!! Y me alegro mucho si en algo te "reponemos" con la receta. Besos.

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